Las TIC en la educacion.
Las TIC tienen la capacidad de transformar la enseñanza y
mejorar el aprendizaje. Esto debe entenderse como un potencial que puede o no
hacerse realidad en mayor o menor medida, en función del contexto en el que
estas tecnologías son efectivamente utilizadas. Son los contextos de uso y en
el marco de estos contextos la finalidad que se persigue con la incorporación
te las TIC, los que determinan su capacidad para transformar la enseñanza y
mejorar el aprendizaje.
Hay que indagar como, hasta que punto y bajo qué
circunstancias y condiciones las TIC pueden llegar a modificar las practicas
educativas a las que se incorporan. No es en las TIC ni en sus características sino
en las actividades que llevan a cabo profesores y estudiantes gracias a la
posibilidad de comunicación, intercambio, acceso y procesamiento de la
información que les ofrecen las TIC, donde hay que buscar las claves para
comprender y valorar su impacto sobre la enseñanza y el aprendizaje.
Los estudios realizados, tanto nacionales como internacionales
coinciden en dos hechos:
El primero tiene que ver con el uso restringido que
profesores y alumnos hacen de las TIC que tienen a su disposición. Y el segundo
con la limitada capacidad que parecen tener estas tecnologías para impulsar y
promover procesos de innovación y mejora de las prácticas educativas.
El acceso del profesorado y del
alumnado a las TIC es una condición necesaria que está aún lejos de cumplirse
en muchos países, muchas escuelas y muchas aulas, por lo que es imprescindible
seguir haciendo esfuerzos en este sentido.
Los
profesores con una visión más tradicional de la enseñanza y del aprendizaje
tienden a utilizar las TIC para reforzar sus estrategias de presentación y
transmisión de los contenidos, mientras que los que tienen una visión más
activa tienden a utilizarlas para promover las actividades de exploración o
indagación de los alumnos, el trabajo autónomo y el trabajo colaborativo.
Los
usos que los participantes hagan efectivamente de las TIC dependerán de la
naturaleza y características del equipamiento y de los recursos tecnológicos
puestos a su disposición. En este primer nivel, el del diseño tecnológico, lo
que cuenta son las posibilidades y limitaciones que ofrecen esos recursos para
representar, procesar, transmitir y compartir información.
En
cuanto a las posibilidades y limitaciones que ofrecen a profesores y alumnos
para organizar las actividades de enseñanza y aprendizaje: la forma de
plantearlas y abordarlas, sus exigencias, su duración, las modalidades de
participación, las responsabilidades de los participantes, las fuentes y formas
de ayuda y andamiaje que van a poder recibir los estudiantes en su desarrollo,
el seguimiento que va a poder efectuar el profesor del progreso y de las
dificultades de los estudiantes, el seguimiento que van a poder realizar los
estudiantes de su propio proceso de aprendizaje, las características de los
resultados o productos esperados, los criterios y procedimientos de evaluación,
etc.
Al
comparar los clásicos medios de comunicación (diario, radios, televisión) con
las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, vemos que los
primeros fueron medios de excelencia para el gran público, mientras que los
últimos constituyen los medios de información para un sector diferenciado de la
población.
Los docentes utilizan las
tecnologías, más de una vez, para romper las rutinas en el tratamiento de los contenidos.
En enfoques tradicionales de la enseñanza, su empleo despertaba el interés por
el tratamiento del contenido. Láminas o experiencias se constituían en el
primer momento de la clase. Un enfoque diferente reconoce el uso de las
tecnologías como ilustración: en algunos casos adorno y, en otros,
incorporación de un nivel explicativo diferente. Otorgarles el sentido de la
ilustración en clase implica, en algunas oportunidades, ampliar la información
o dotar de un atractivo adicional al tratamiento del tema. La utilización de
las tecnologías como factor motivacional o como lo que agrega interés al
desarrollo de los temas las ubica en los bordes y no en el corazón de las
actividades que despliegan los docentes o los estudiantes para la construcción
del conocimiento.
Podríamos identificar tres usos
diferentes de las tecnologías, según el lugar que se le asigne al docente,
según la concepción del sujeto de aprendizaje que se asuma y según el sentido
con el que se entiende el contenido en la enseñanza.
En primer lugar, podríamos
referirnos a un sistema clásico de información en el que el vínculo docente-alumno
se entiende a partir de considerar al primero como proveedor de información, y
al segundo, como un usuario consumidor. Las tecnologías pasan a desempeñar un papel
preponderante, en tanto aseguran la provisión de información actualizada. Este
enfoque básico varía según la edad de los estudiantes, sus posibilidades de
autonomía, sus intereses y, por supuesto, la facilidad que se tenga para
acceder a las nuevas tecnologías de la información y disponer de ellas. Es
clave, pues, el papel que asuma el alumno para romper una visión que podría
dejar cristalizados los vínculos entre docentes y estudiantes, en tanto no
considera intereses personales, desafíos cognitivos y alcances o disposición de
las tecnologías.
Un segundo uso parte de entender
a las tecnologías como herramientas que ponen a disposición de los estudiantes
contenidos que resultan inasequibles en la clase del docente, en sus exposiciones,
representaciones o modos explicativos. En estos casos, la tecnología amplía el
alcance de la clase. Son los docentes quienes preparan esos usos, los ofrecen a
sus estudiantes y los integran a las actividades del aula. Es clave aquí el
papel que los docentes asignan a las tecnologías.
En tercer lugar, podemos concebir
a los estudiantes como sujetos del conocimiento que necesitan tener a su
disposición ofertas variadas para favorecer el proceso de formación que mejor
se adapte a sus necesidades, sus intereses o sus posibilidades. Las tecnologías
pueden poner a su disposición múltiples opciones. Pueden integrarse en
proyectos que permiten también propuestas comunicacionales alternativas para la
construcción del conocimiento y alientan el trabajo en grupo y en colaboración.
En las clases, las tecnologías
siempre acudieron en ayuda de los docentes, sucediéndose en el tiempo de
acuerdo con los cambios en el desarrollo tecnológico: tizas y pizarrones,
láminas, videos, filminas, materiales de la web. Algunas tecnologías, como el
pizarrón, quedaron instaladas en las aulas por medio de un uso indiscutible que
cumple funciones diversas. Cada nueva tecnología, al incorporarse, reproduce en
los docentes la misma aspiración: facilitar su tarea, asegurar la comprensión,
acudir en su ayuda frente a temas difíciles. La búsqueda de hacer “memorable la
información” es la mejor de las aspiraciones docentes. Sin embargo, frente a
los medios y los materiales surgieron también posiciones que sostuvieron que su
uso era generador de nuevas dificultades, como si la tecnología cobrara vida
por sí misma y modificara las maneras de pensar de los estudiantes. Surgió,
entonces, un debate referido a. la influencia que su empleo tiene en las maneras
de pensar, conocer o aprender. Para algunos, su uso mejora las condiciones para
que se produzca el aprendizaje, y para otros, las empobrece. Se trata en todos
los casos de adjudicar a la exposición y el empleo de tecnologías el valor de
generar “residuo cognitivo”, esto es, consecuencias cognitivas por la exposición
al medio. La televisión, los videojuegos o los juegos en la web provocan en
algunos adultos responsables de la educación de los niños y jóvenes la reacción
de restringir los tiempos de exposición. Pero, en general, los estudios
culturales y cognitivos muestran que los efectos en los modos de conocer están
más vinculados a la cultura en la que a estos medios se les asigna valor que a
su simple exposición o utilización.